La pandemia de la COVID-19 ha generado un impacto severo, desbordando los sistemas de salud y paralizando aproximadamente el 60% de la actividad económica en el país, con paquetes de ayuda gubernamental que resultan insuficientes. Las regiones amazónicas son especialmente vulnerables debido a sus precarias instalaciones de salud y débil tejido económico. Además, enfrentan riesgos por el retorno de migrantes y trabajadores temporales, así como por la presión de extractores inescrupulosos y la agricultura migratoria de roza y quema, que contribuye a la deforestación.
Para afrontar esta crisis, se proponen medidas urgentes y de mediano plazo que se estructuran en tres líneas de acción:
- Programas de empleo temporal: Orientados a la población sin actividad, con trabajos en obras de infraestructura menor y tareas agropecuarias, incluyendo rehabilitación de instalaciones sanitarias y educativas, obras hídricas, arborización masiva y capacitación.
- Sostenimiento y recuperación de actividades: Enfocado en el sector agropecuario y agroindustrial, asegurando capital de trabajo y acceso a financiamiento de programas nacionales como Reactiva Perú (60 mil millones de soles) y el FAE-MYPE (900 millones de soles), así como mediante sistemas complementarios de garantías de los Fondos de Desarrollo de la Amazonía (FONDESAM).
- Programa de incentivos regionales para la reactivación económica: Basado en Planes de Desarrollo Bajos en Emisiones, promoviendo marcas jurisdiccionales, alianzas público-privadas productivas y estrategias de acceso a mercados, incluyendo el relanzamiento de los FONDESAM. Se destaca la fortaleza financiera de varios gobiernos regionales amazónicos para estas iniciativas. El liderazgo regional y una gobernanza eficiente con información de calidad y gestión proactiva son cruciales.